miércoles, 23 de octubre de 2013

Clases retransmitidas, aulas masificadas y otras escenas de la educación actual.

Aquí va un tema candente donde los haya entre los universitarios españoles de la llamada pública, o al menos en la Escuela en la que estudio. Son las denominadas clases retransmitidas o su alternativa, demos clase a 200 personas en un aula.

¿Qué son las clases retransmitidas?

Pues las clases retransmitidas son aquellas en las que, oh sorpresa, en el aula en el que tienes depositadas tus posaderas no se encuentra profesor alguno. En ellas el alumnado centra su atención, por decir algo, sobre las imágenes que un proyector va mostrando sobre la conocida tela blanca. Pero en el vídeo mostrado tampoco se encuentra un profesor, en su lugar se muestra una grabación realizada con una cámara de las diapositivas, que en este caso si, un docente esta mostrando en otro aula.

¿Y por qué no van los alumnos al aula en el que se encuentra el profesor?

Esta es fácil de responder, porque no entran, así de claro. Son demasiados alumnos matriculados y el aula es demasiado pequeña para albergarlos a todos. Además, no es posible poner a otro profesor en el aula en el que se esta retransmitiendo la “película” dando el temario pertinente, ya se sabe, los recortes y tal.

¿Y qué tal están las clases retransmitidas?

Pues yo no he tenido la desgracia de tener que acudir a ninguna, pero parece ser que la experiencia no es precisamente satisfactoria. Lo de ver en una pantalla unas diapositivas que un cañón está proyectando, las cuales están siendo grabadas por una cámara enfocando a una pantalla donde se muestran las diapositivas originales no tiene pinta de ser muy pedagógico. Además surgen una serie de problemas como:

¿Qué sucede si el profesor se pone a escribir en la pizarra, donde no está enfocando la cámara?
No os preocupéis, está todo pensado, han puesto a un alumno a manejar un joystick que permite el giro de la cámara y listo. Un alumno, ojo, que los sitios se cotizan caros, no está el espacio como para andar regalándolo. Pero hagámonos una composición de lugar, imaginate que eres un alumno cogiendo apuntes de la “genial película” que en ese momento echan por pantalla. Supongamos que en ese instante el profesor se encuentra escribiendo en la pizarra. De repente el docente de turno se retira de la pizarra y acciona el mando, pasando una diapositiva, y diciendo aquello de “como pueden ver en la transparencia”. A ello, el alumno encargado del joystick decide apuntar con la cámara a la pantalla, pero tu no habías acabado de copiar lo que se encontraba en la pizarra, lástima. Esperas ansiosamente que ese bendito chaval decida en algún momento volver a enfocar el encerado, pero cuando lo hace… TACHAN ha desaparecido. Y así mil.

¿Y si algún alumno del aula en que se retransmite la clase quiere hacer una pregunta?
Una pena, porque no va a poder, al menos en ese momento. Le tocará ir a tutorías y esperar que el profesor sea uno de esos docentes que cumplen sus horarios, porque en caso contrario verdes las han segado amigo.

¿Y no existe ninguna otra alternativa?

Pues si, existe una alternativa. Consiste en cogerte a todos los alumnos a los que tienes que dar clase, pongamos que 150-200 y llevártelos a el aula de exámenes. Esta aula tiene capacidad para todos, el problema es que a los efectos es un pasillo, es decir, si te encuentras al fondo del todo o tienes una vista y un oído prodigiosos, o lo que viene siendo enterarte de la explicación poco.

Pero no os penséis, estas, como dice un amigo, “son las soluciones, no el problema”. Y es que antes de que se diesen estas escenas, se llegaron a producir otras aún más dantescas. Esta parte se llama: ¿cómo meter a 140 personas en aulas con capacidad para 100? Tic tac tic tac, el tiempo corre.
  • Bien, evidentemente hay 40 personas que no tienen sitio.
  • Pues habrá que buscárselo. Metamos dos bancos entre la primera fila de asientos y el profesor. En cada uno de ellos bien juntitos bien juntitos entran 6 personas. Venga, ya solo falta sentar a 28 personas.
  • Pero muy juntitos, esa gente se está dando mucho amor.
  • Menos quejarse. Tengamos en cuenta 5 sillas que pueden entrar incluyendo la del profesor, ya SOLO faltan 23 personas.
  • Lo sentimos señor docente, pero sentarse esta muy cotizado y parece que usted es el que menos lo necesita.
  •  ¿Las aulas tienen repisas internas en las ventanas?
  • Sí.
  • Eso tienen pinta de asientos.
  • De asiento duro e incómodo de narices, de eso sí tiene pinta.
  •  Maldita sea, ¿por qué no?, ocupémoslas.
  • Hemos sentado a 7 personas más, faltan 16.
  • Entre la última fila de asientos y la pared hay un pequeño hueco.
  • ¿Entra una persona?
  • Uf, apurando mucho sí.
  • Pero mucho, con los abrigos de los percheros y todo.
  • Vale entra, otras 11 personas.
  • Pero van a estar de pies una o dos horas, dependiendo de la clase, tomando apuntes.
  • Maldita sea, ¿quieren aprender si o no?
  • Supongo, lo que no sé es en qué condiciones están dispuestos a hacerlo. Faltan 5 personas.
  • Que se sienten en el suelo entre las filas de pupitres.
  • ¿En el suelo?
  • Sí, como los indios, ellos nunca se quejaron, ¿por qué estos si?
  • Vale vale, ya puede comenzar la clase.

Y de esta guisa, por imposible que parezca es como muchos hemos dado clase durante tres años, masificación de las aulas lo llaman. Si en aquella aula llega a haber habido un incendio, morimos todos menos los siete de las repisas que tenían cerca las ventanas.

Cada cual que saque sus conclusiones.

lunes, 14 de octubre de 2013

El síndrome de Kessler, los chinos y Gravity

El otro día fui a ver Gravity, al entrar al cine me dispuse a someterme a la correspondiente suspensión de la incredulidad, gracias a ello pude disfrutar de la película, creyéndome gran parte de lo que allí estaba pasando. Aunque había ciertas elementos que no podían por menos que rechinar a los sentidos, ¿cómo narices estaba ese paracaídas desplegado?, o qué se supone que hacia el comandante de la misión, Matt Kowalski (George Clooney), al inicio de la película pululando por ahí con su mochila propulsada MMU. A pesar de ello, a la salida estaba bastante satisfecho con la película, me había gustado vaya.

Gravity
Pero fue llegar a casa y empezar a intentar buscarle fallos, y buscar en Internet en blogs de gente más espaciotrastornada que el menda a ver que opinaban. Pero no es este el tema que aquí trataré, para eso os dejo a continuación una serie de enlaces bastante buenos. La cuestión que quería tratar es el denominado síndrome de Kessler así como los acontecimientos reales que han sucedido entorno ha este fenómeno.


Pongámonos en situación: tenemos el telescopio espacial Hubble enganchado al transbordador espacial Explorer, los transbordadores espaciales ya no se encuentran en uso y de hecho nunca existió uno que se llamase Explorer. Los tripulantes del Explorer están realizando labores sobre el Hubble, lo cual en la realidad se ha hecho hasta en cuatro ocasiones. En el exterior se encuentran tres astronautas, por un lado un notorio del que no recuerdo el nombre y que parece ser que era ruso. A continuación, tenemos al comandante de la misión Matt Kowalski haciendo el gilipollas con su mochila propulsada MMU alrededor del transbordador, solo por esto ya se merece morir. La tercera persona que anda por allí trasteando en el Hubble es la especialista de la misión Ryan Stone (Sandra Bullock), que por lo que se puede deducir en el transcurso de la proyección trabaja en un ¡hospital!, de médico o investigando en algo, ahí lo dejo.

Trasteando en el Hubble
De repente les avisan para que aborten la misión de reparación, pues los rusos han decidido reventar con un misil uno de sus satélites situado en órbita baja. Ejem, cómo no, película americana, rusos tenían que ser los que derribaran el satélite. La chatarra dejada por el satélite destruido, esta chocando contra otros satélites y aumentando el número cuerpos incontrolados en la órbita. La cosa es que antes de que puedan abortar la misión la basura generada impacta contra el transbordador. El astronauta ruso muere a las primeras de cambio, ¿a qué nadie se lo esperaba?. Y el comandante de la misión y la especialista quedan vagando por el espacio.

Esta situación en la cual el volumen de chatarra espacial situada en órbita baja sería lo suficientemente elevado como para impactar de forma frecuente con satélites situados también en órbita baja generando una reacción en cadena que produjese más basura espacial se denomina síndrome de Kessler. Este fenómeno deriva su nombre del consultor de la NASA Donald J. Kessler, quien fue el primero que planteó dicho escenario. La idea es que con colisiones de cuerpos lo suficientemente grandes la cantidad de elementos generados sería lo suficientemente elevada como para inutilizar la órbita baja, pudiendo hacer el acceso al espacio exterior prácticamente imposible.

Existe un precedente real de destrucción de un satélite situado en órbita baja mediante un misil táctico, en este caso fueron los chinos en el año 2007. El satélite en cuestión tenía fines meteorológicos, FY-1C de la serie Feng Yun, la chatarra espacial generada aumentó drásticamente desde ese momento. Algunos de los fragmentos derivados del impacto han chocado con otros satélites como ocurrió el pasado 22 de enero. En este caso el satélite contra el que impactó fue un satélite ruso que quedó inutilizado ya que provocó que este girase incontroladamente, perdiendo todas las capacidades geodésicas para las que fue diseñado. Se cree que el trozo poseía un peso de 0.075 gramos y tenía una velocidad relativa de 6.27km/s, esto provocó un desplazamiento del satélite ruso de 120m en la altura de su órbita.

Estación Espacial Internacional (ISS)
Otra situación consecuencia directa de la intercepción por parte de un misil del satélite chino fue la maniobra de evasión que tuvo que realizar la ISS (Estación Espacial Internacional) en febrero de 2012 para evitar una posible colisión con un trozo arrojado por el FY-1C. En esta maniobra la órbita de la ISS fue elevada del orden de 1.5km para esquivar el trozo de basura espacial. Por suerte, la ISS puede maniobrar en órbita, capacidad que no tienen la mayor parte de los objetos que orbitan la Tierra.

Sin embargo, el impacto de este enero entre un trozo de chatarra y el satélite ruso no fue tan grave si se compara con la colisión entre los satélites Iridium 33 y el Kosmos 2251 que tuvo lugar en 2009. Este choque, como puede verse en el siguiente gráfico, generó un brusco aumento de la chatarra espacial, como en el caso del satélite chino, aunque de una magnitud menor.

Evolución de la chatarra espacial con el tiempo
La chatarra espacial se está convirtiendo cada vez más en un problema que hay que tratar de solucionar cuanto antes. Por ello las nuevas misiones se diseñan para que los objetos que se sitúan en órbita sean desechables al final de su vida útil. En el caso de satélites en órbita baja se practica una reentrada controlada. Mientras que si es un satélite geoestacionario se sube a órbitas más altas denominadas cementerio.

La pregunta final es: ¿qué narices se les pasó a los chinos por la cabeza para decidir destruir un satélite que se encontraba en órbita?, ¿lo hicieron para demostrar que son capaces de ello? Si es así, ole por ellos.

Y con lo que a la película respecta, la considero la mejor película que he visto sobre el espacio hasta la fecha. Aunque como podéis ver lo de la reacción en cadena que iría destruyendo todo lo que encontrase a su paso, de momento no se acerca mucho a la realidad. Además, para los que estamos introducidos en este mundillo nos puede resultar bastante motivadora y atractiva, al menos es mi caso. Por último un consejo, si la vas a ver que sea en 3D, hazte ese favor.