Pues si, resulta que hubo un tipo en la Inglaterra del
siglo XVII, al cual algunos datan de genio, que se hizo la artimaña Juan
Palomo. El personaje en cuestión, se dio cuenta de que algo ocurría siempre del
mismo modo, sin variación. Entonces, tuvo la idea de que quizás existiese una
ley universal que describiese lo que veía continuamente. Pero se dio cuenta de
que no tenía los mecanismos necesarios para describir lo que sus ojos estaban
cansados de ver.
Y es aquí, cuando dicho individuo, comienza a guisarse y a
comerse la comida. En primer lugar, y previendo la relación entre posición,
velocidad y aceleración de los cuerpos, empezó a esgrimir lo que se dio en
llamar cálculo diferencial. Esto tiene un doble merito, en primer lugar, por
intuir la relación entre posición, velocidad y aceleración. Y en segundo,
porque el desarrollo del calculo diferencial, bien podría haber sido un logro
culminante en una carrera académica en la época. Además, dicho tipo de
cálculo no es moco de pavo, y mucho menos si se parte de cero, como era el caso
de este hombre.
En estas estaba el señor sentado a su mesa, y no le
parecía suficiente su obra, así es que se dijo: “que narices, voy a completar
la dichosa ley universal”. Y a ello se puso, se inventó un concepto, que nadie
hasta la fecha había empleado, lo que convino en llamar fuerza. La describió
con gran maña y maestrazgo, y aunque en un principio el concepto pudiese
parecer casi filosófico, ha llegado hasta nuestros días.
Una vez hecho esto, planteó una ecuación polinómica que
relacionase la fuerza y la aceleración. Vio, que el término independiente de
dicha ecuación no iba a jugar ningún papel en aquella, la que después sería su
ley, así es que ni corto ni perezoso lo despidió a mejor vida. Y también se dio
cuenta que la relación que el había visto toda su vida era lineal, descubriendo
además que tal constante de proporcionalidad era el inverso de la masa del
cuerpo.
Y así, es como yo creo que el tal Isaac Newton obtuvo la
ley que rige la dinámica de los cuerpos. La verdad es que a este señor hay que
reconocerle su mérito, pues para lograr su hallazgo, tuvo que inventarse todos
los utensilios necesarios, que si derivadas, que si fuerzas, que si aceleraciones.
Es decir, el solo hace unos 350 años diseño la ecuación, que posteriormente ha
traído de cabeza a sucesivos estudiantes de carreras de ingeniería y física.
Que lo podría haber hecho mejor, pues si, ya que a
principios del siglo XX llego otro señor, que también fue un genio, y se sacó
de la chistera la teoría de la relatividad. Einstein se dio cuenta que la
formulación de Newton, tenía un error en la magnitud tiempo, y el se encargo de
resolverlo. Sin embargo, tal error no es visible a las velocidades y masas del
día a día, luego a mi parecer podemos perdonar tal error al pobre Newton, ya
hizo el hombre demasiado con los medios de que disponía. Además, aquellos
ingenieros que lean estas líneas dirán, “Y menos mal que no se dio cuenta,
porque si ya me cuesta la mecánica clásica, imaginate que hubiese descubierto
el notas la relatividad”.
Esto es una reconstrucción libre, muy libre de hecho, de
cómo Newton logró describir el movimiento de los cuerpos, y como además
partiendo de cero llegó a la meta fijada.
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