sábado, 28 de marzo de 2015

Bajo los cielos de Asia de Iñaki Ochoa de Olza

Portada de "Bajo los cielos de Asia"
A “Bajo los cielos de Asia” le delata su portada. Efectivamente, es un libro escrito por un alpinista o mejor aún himalayista, que parece que le da más empaque. Pero esto no quiere decir que él mismo solo pueda gustar a personas afines a tal actividad, ni mucho menos. Aún cuando en el libro se habla de montañas, y no de cualesquiera montañas, no, de las más altas bajo la bóveda celeste, para mí no es un libro que calificaría como de montañas o para alpinistas. Quizás le sentaría mejor el término “de aventuras”, pero lo que mejor le cataloga es que es un libro sobre la vida vivida plenamente. Cosa esta última que no siempre es factible, ni tan siquiera identificable.

Iñaki Ochoa de Olza, el autor, nos conduce en primera persona a través de sus principales hitos alpinísticos que realmente se acaba convirtiendo en un viaje por parte de su vida. En cuanto a estilo, no presenta ningún alarde, ni lo pretende, el contenido es mucho más importante que el continente. Dicho lo cual, la forma de escribir de este polifacético alpinista se hace bastante amena y ligera, mostrando a las claras aquello que desea contar. El libro se divide en años y cada año por expediciones, lo cual es una forma bastante peculiar de medir el tiempo. Pero, como ocurre con las vidas y los principios, es imposible contar el trasfondo del personaje de forma lineal y fácilmente entendible, sobre todo si este es de carne y hueso.

“Bajo cielos de Asia” trata, posiblemente sin la completa intención del autor, fundamentalmente sobre la pasión y la vida. La vida y cómo este fuerte navarro la entendía, que dista mucho de lo que por desgracia se ve hoy en los denominados “países occidentales”. Mucha gente cuando piensa en alpinismo, y más concretamente en esos “locos” que van a “matarse” al Himalaya y al Karakorum, les surge una pregunta, ¿por qué? Extrañamente y como indica el autor esta pregunta siempre la plantean los mismos, los adultos, a los niños ni se les pasa por la cabeza, ellos tienen en mente posiblemente otras cuestiones y términos más cercanos a aventura o pasión. Pues bien, en primer lugar, nadie se va a matar por gusto escalando en plan, “mira que cornisa tan bella, voy a despeñarme aquí”. La actividad que realizan los escaladores tratan de hacerla con la mayor seguridad posible si bien el riesgo es inherente a la misma, pues es imposible controlar el clima o saber cuándo te va a poder dar una embolia o cuándo te vas a despeñar. Raramente por no decir nunca, un alpinista pondrá su vida en juego a cualquier precio con tal de hacer cumbre. De hecho, como puede verse en este libro, no suele ser lo más habitual hollar la cumbre de estas altas montañas. Hay que intentarlo muchas veces hasta conseguirlo sabiendo que en la mayoría de las ocasiones te tendrás que dar la vuelta a media montaña o a 100 metros de cima porque las condiciones se ponen chungas o porque te quedas sin fuerzas o vete tú a saber, simplemente porque no se ve nada clara la cosa. Si no, que se lo dijesen a Iñaki que necesitó tres expediciones para lograr hacer cima en el K2, con todos los intentos que ello supuso. Sin embargo y a pesar de todo, estas tremendas montañas eran su pasión y su camino hacia la felicidad, lo que llenaba o recargaba su espíritu de energía.

Teniendo esto claro, el alpinismo es un deporte que en cierto sentido te reconcilia con el mundo y la naturaleza, con aquello que el ser humano siempre ha sido, al menos es la idea que se plantea. Si te paras a pensarlo a lo largo de toda nuestra existencia, el confort y la seguridad no han sido ni mucho menos una constante. Actualmente lo tomamos como algo normal, incluso habitual, y llegamos a indignarnos en su ausencia. Sin embargo, nunca ha sido más cierto que ahora que el cielo puede caer sobre nuestras cabezas y cambiar nuestras vidas de forma radical. Y no precisamente porque en épocas pasadas no pudiese suceder sino más bien porque nos hemos mal acostumbrado a una vida fácil y rutinaria que en muchos casos ha llegado a matar parte de nuestra misma esencia.

Poca gente podrá entender el por qué de la realización de esta actividad y que para algunos puede parecer una pérdida de tiempo, esfuerzo y dinero. De hecho, es muy posible que todo aquel que no se dedique a ella, nunca llegue a comprenderla. Por mí parte, no tengo ninguna relación con la escalada ni el alpinismo, ahora bien creo haber vislumbrado que los tiros van por la libertad, la pasión o la esperanza.

Pero oye, no hay que confundirse y pensar que los alpinistas son héroes ni mucho menos, Iñaki deja esto muy claro en el relato de diferentes expediciones. Los alpinistas y el alpinismo en general están muy idealizados, cuando realmente son personas normales, un poco más fuertes y resistentes, pero gente normal. Tanto es así, que por aquellas cotas lo mejor y lo peor de nuestra especie se presenta en grado superlativo. Desde emprender un arriesgado rescate para lograr bajar de la montaña a alguien enfermo sea como sea, hasta pasar al lado de un alpinista que se acaba de caer y se esta muriendo, hacerle una foto y seguir hacia cima como si tal cosa. En este aspecto Iñaki Ochoa de Olza presentó siempre una fuerte moral y rigurosa ética que le hizo partícipe de varios rescates en alta montaña, moral y ética estas que parece aplicaba también en su vida cotidiana. Ello le llevó a defender a capa y espada la pureza del alpinismo. Un alpinismo sin oxígeno, con el menor número posible de cuerdas fijas y sin porteadores de altura o sherpas que abran huella y te guíen prácticamente hasta la cima.

Desgraciadamente Iñaki Ochoa de Olza murió en el 2008 a 7.400 metros de altura en la arista este del Annapurna debido a un edema cerebral y otro pulmonar, realizando la actividad que le apasionaba, cuyos riesgos aceptaba y trataba de minimizar. Sin embargo, sin estas altas montañas Iñaki hubiese sido mucho menos feliz, pues las mismas eran su medio de vida y si me apuras, su modo de vida.

Os dejo un video muy recomendable sobre el intento de rescate a Iñaki Ochoa de Olza y como 14 de los mejores himalayistas del mundo se echaron a la montaña para intentar salvarle la vida, incluso llegando a poner en riesgo la suya propia.



Título: Bajo los cielos de Asia
Autor: Iñaki Ochoa de Olza
Editorial: Saga Editorial
Descripción: Rústica 353 páginas
ISBN: 978-84-938750-2-2

viernes, 10 de octubre de 2014

El legado de Tesla, un libro para echarse a temblar


Portada de "El legado de Tesla"
No me gusta, por lo general, criticar los libros que leo, intento más bien buscar aquellos rasgos que les hacen interesantes y por los cuales a mí me han podido interesar y gustar. Sin embargo, en esta ocasión haré una excepción y es que ante tamaña ofensa a la prosa y aún diría a la literatura en general, no puedo por menos que destripar el maldito libro que he tenido entre manos últimamente. No es mi intención, ni mucho menos, hacer leña del árbol caído, tan solo quiero aquí analizar la novela, y te digo de antemano que puedes estar tranquilo pues la trama no se ve desvelada en el análisis. Así es que, si después de la sangría que vas a presenciar aún tienes ganas de leer la novela, podrás hacerlo con todo el dolor de mí, y ya veras como también de tu, alma.

Allá vamos. La novela en cuestión apunta maneras desde el título, El legado de Tesla, y la portada tampoco se queda atrás como puedes ver. La historia trata de la búsqueda por parte de una pareja de australianos de un experimento que supuestamente el inventor NikolaTesla llevó a cabo en Australia al final de su vida y del que nadie tenía constancia hasta ahora. Para empezar, dicho acontecimiento no tuvo lugar pues Tesla nunca fue al país de los canguros, pero bueno la podemos catalogar en novela de ficción, por qué no. Este es el menor de los problemas que nos vamos a encontrar.

Las dificultades realmente empiezan cuando el hilo fundamental de la historia es el azar, fundamental y único por cierto. Cuando en una novela todo ocurre a través de casualidades, esta claramente deja mucho que desear pues no hay lugar para el argumento y produce una falta de credibilidad y verosimilitud que hace que el lector se distancie de la trama pues la percibe como imposible. Además, siguiendo con la historia, esta es lineal, única y continua lo que impide la posibilidad de cortes dramáticos o variaciones temporales, eliminando posibles fuentes de expectación e incertidumbre en el lector. Otro punto en contra es que al ser una novela en la que se supone que debería primar el misterio y el suspense, el que sepamos en todo momento la intención de todas las partes implicadas hace perder tensión dramática a la historia y elimina el interés por el misterio que debería sentir el lector en este tipo de obras.

Por otro lado, pero ligado a lo anterior tenemos que las explicaciones de los acontecimientos y los sucesos que plantea el autor son vagos, como no podría ser de otra forma siendo la historia como es, una consecución de acontecimientos azarosos, cuanto menos difíciles de explicar.

La construcción de los personajes no tienen ningún trasfondo, el escritor no logra transmitir las emociones de los protagonistas si es que tan siquiera lo intenta. Tampoco muestran un mundo interno ni psicológico y fíjate si en 316 páginas no hay tiempo para hacerlo. Además, cuando trata de hacerlo, resulta que no pasa más halla de un “están nerviosos” en lugar de demostrar por sus pensamientos y actos tales emociones. Así nos encontramos con que a un tipo le revientan su camioneta con una bomba y él sigue tan tranquilo, como quien oye llover, pero muchacho, un poco de sangre que si estas dentro te matan. Y autor, un poquito de nerviosismo aliñado con un pizca de miedo y condimentado con salsa de angustia, por favor.

Si unimos las carencias de los personajes a unas conversaciones muy poco creíbles por el cómo y el cuándo tienen lugar, tenemos todo lo necesario para una historia que acaba siendo inverosímil en su completitud. Además, en ningún momento el autor logra administrar los tiempos de la historia de manera que al lector se le hace muy monótona.

Que este libro haya llegado hasta mis manos me hace plantearme dos cuestiones. En primer lugar, considero que este libro es nefasto no solo porque los artificios literarios hayan sido mal empleados si es que lo han sido, sino también porque la historia es poco atractiva tal y como está pensada. Supongo que al autor, Robert G. Barrett le gustará escribir, yo no digo que no, y tampoco pongo en duda su esfuerzo y su intención de ganarse la vida con la escritura. Ahora bien, que una editorial haya decidido publicar esta novela es para hacérselo mirar muy seriamente. ¿Por qué decide La Factoría de Ideas publicar esta historia pues? Y la segunda cuestión, la cual ya lleva un tiempo zumbando en mi cabeza es nada más y nada menos si cualquiera es capaz de escribir una novela, pues entiendo que esta no es empresa fácil, no es como mucha gente piensa sentarse delante de un ordenador y escribir, son necesarias un compendio de cualidades de las cuales quizás no todo el mundo disfrute.

Título: El legado de Tesla
Autora: Robert G. Barrett
Editorial: La Factoría de Ideas
Descripción: Rústica 316 páginas
ISBN: 978-84-9018-133-1

jueves, 1 de mayo de 2014

H.P Lovecraft, Relatos II

Vamos allá con una nueva terna de relatos de H.P Lovecraft, escritor este con una imaginación desmesurada, como si su mente fuese la puerta a un universo paralelo en el que los seres míticos y las historias fluyen de forma incesante como ríos caudalosos que fuesen a parar al mar. Evidentemente, me parece un escritor extraordinario y muy recomendable, no solo por la diversidad de mundos que es capaz de elevar a partir de la nada o porque sea capaz de elaborar tramas en apenas dos hojas, que también. Es especialmente recomendable porque dada la escasa longitud de sus textos y la velocidad que en ellos imprime el autor, es una buena iniciación a la lectura para aquellos que apenas leen.

Algo así debía suceder cuando Lovecraft escribía.
Lovecraft en sus cuentos planta un batallón de infantería ante la mente del lector y a golpe de bayoneta o a tiro de arcabuz va minando sus sentidos, sus ideas y su realidad, dejándolo desarmado ante el abismo de las historias. Nunca, hasta que he conocido a este escritor, en esto de las letras he visto como con tan poco puede lograrse tanto. Pero vayamos ya al meollo de la cuestión que sino no acabamos. Los tres relatos que hoy comparto son, a saber, “El alquimista”, “El clérigo malvado” y “El árbol”.

“El alquimista” trata un tema que aparece de forma recurrente en los cuentos de este autor, el asunto en cuestión es la culpa atávica o el como los descendientes en línea de sangre no pueden librarse de los crímenes de sus antepasados si estos son lo suficientemente horribles. Este tema ya se trataba en el relato “Arthur Jermyn” que pasó por este blog en la anterior entrada sobre los relatos de Lovecraft. Sin embargo, “El alquimista” presenta una peculiaridad y es la posibilidad de librarse del pecado adquirido aunque para ello es necesario que el descendiente que probablemente no tenga culpa alguna vuelva a cometer un crimen. Es un relato ameno e interesante, aunque el lector puede oler el desenlace a párrafos de distancia.

El segundo de los cuentos, “El clérigo malvado”, versa sobre lo misterioso, sobre la imposibilidad de reprimir el ímpetu que nos mueve a desentrañar aquello que desconocemos y sobre las posibles consecuencias que ese conocimiento o experiencia pueden acarrear. Ciertamente, es un relato tenso y el que este contado en primera persona no ayuda a disminuir precisamente el estrés. Para mí es uno de los escritos de Lovecraft más perturbadores que he leído hasta el momento. El relato nos cuenta los sucesos que le acontecen al protagonista quien no se sabe muy bien porque visita la vivienda en que antaño parece que vivió un extraño personaje con sus extraños objetos.

Representación de "El árbol"
Y llegamos ya al tercer y último de los relatos que hoy comento, su título es “El árbol” y sin duda, de los que hasta el momento he leído es el que más me ha gustado, no solo por la historia que es impactante sino por el trasfondo y la interpretación los cuales a primera vista no quedan nada claros. Calos y Musides son dos de los mejores escultores que hay sobre la faz de la tierra, además son muy buenos amigos y viven juntos en la ladera del monte Menalo famoso por dar cobijo a Pan, pero sin embargo, sus formas de ser son muy distintas. Calos busca la inspiración en la soledad nocturna del monte, mientras que Musides logra la iluminación necesaria para realizar sus tallas en los placeres nocturnos de la ciudad de Tegea. El tirano de Siracusa pide a ambos que realicen las mejores esculturas de sus vidas lo cual les ensalzaría mas allá de cualquier honor conocido. Pero durante la realización de tan impresionante empresa Calos enferma y finalmente muere. Lo que sucede a partir de este momento es pura magia e imaginación de la mano de H.P Lovecraft.

Como escribí en la anterior entrada sobre los cuentos de este gran escritor: “Las fantasías de H.P Lovecraft me atraen cual fuerza irresistible por lo que supongo que en un futuro pasarán por este blog más de sus relatos. Y si me aceptáis un consejo, leed alguno de sus relatos, hasta donde sé, son excelentes.”

Lo mismo te interesa:
H.P Lovecraft, Relatos I

sábado, 26 de abril de 2014

La puerta mutable

Una densa bruma colmaba el entorno, como la que hace aparición en los sueños, cubriendo detalles, tapando errores y saltos que la juguetona mente en ellos se apresura a incorporar. Continué avanzando en mi camino como si sobre una nube pisase, sin ser consciente plenamente de mi propio ser. No sentía ni frío ni calor, ni dolor ni alegría, me encontraba en un sin ser como si fuese espectador de mis propios movimientos y acciones pero sin involucrarme en ellos.

A los pocos pasos emergió ante mí de entre la niebla una imponente muralla cual si de un castillo se tratase. Las piedras que la conformaban eran de un gris luminoso, cinceladas con esmero hasta lograr bloques medianamente regulares que se apilaban de forma casi perfecta unidos mediante argamasa. La muralla se elevaba triunfal hasta donde la vista alcanzaba sin que pudiese vislumbrarse fin o final de la misma.

Incrustada en la fortaleza se encontraba una puerta similar a la de una casa elaborada en lo que a primera vista parecía roble. Sin embargo, cuando ante ella me detuve pude ver como esta mutaba de forma y materiales. Unas veces se asemejaba a una puerta antigua y ajada de las que se pueden encontrar en los pueblos y que antaño daban acceso a las casas. En otras ocasiones se transformaba en una puerta como las que permitían el paso a los establos, para a continuación convertirse en un portalón de dos hojas muy bien talladas como si fuese el acceso a una importante catedral o a un castillo. Seguidamente se transformaba en una puerta moderna como las que se disponen en las viviendas actuales para separar unos habitáculos de otros.

La puerta no cesaba en su transfiguración, a medida que se producían más cambios me estaba poniendo más nervioso. Una congoja comenzaba a invadirme, qué era aquello, por qué no cesaban de aparecer nuevas puertas. El pulso se me empezó a acelerar, y un ataque de ansiedad se avecinaba. Del confort original no quedaban ya ni los restos. Alterado miré alrededor tratando de hallar otras alternativas que me permitiesen huir de la maldita puerta cambiante, mas hasta donde alcanzaba la vista no pude apreciar otro tipo de salida de aquella pesadilla.

Aquel pórtico me estaba absorbiendo, sacando de quicio. Notaba como el corazón intentaba por su propia voluntad salírseme del pecho, el pulso por su parte estaba disparado y respiraba entrecortadamente. De repente me asaltaron diversas dudas, ¿qué habría detrás de cada una de aquellas puertas?, ¿habría lo mismo tras todas?, ¿si no era así, las que habían pasado volverían a pasar, o se habían perdido en un breve pasado? El solo planteamiento de aquellas incertidumbres hicieron que comenzase a sudar más si cabe, en aquel instante era un manojo de nervios, con una gran presión en el pecho que casi me impedía respirar. Las puertas seguían sucediéndose ante mis ojos lo que aumentaba mi tensión.

Ante todas aquellas cuestiones que se planteaban, traté de serenarme lo más que pude. Dado que no parecía existir ninguna otra salida de aquel recóndito lugar lo mejor sería tomar alguna de las puertas aunque fuese a ciegas, pues el mundo tras cada una de ellas me era desconocido. Reuní todo el valor que pude para afrontar aquello que se avecinase tras la aleatoria puerta que me disponía a abrir, respiré hondo y esperé a que la siguiente puerta apareciese. Esta era antigua y pesada, de un color marrón oscuro y decorada mediante travesaños verticales, estaba compuesta por una única hoja pero tenía un tamaño elevado, como si por ella fuese a pasar un gigante. Contaba con una aldaba y un pomo oscuros realizados en forja, y por lo general tenía el aspecto de estar bien cuidada. No lo pensé más, estiré el brazo hacia el pomo con decisión, aunque aún persistían ciertos temblores debido a lo incierto de la situación. Empujé con fuerza el portalón y cruce el umbral dispuesto a afrontar todas las dificultades que de mi elección se derivasen.

miércoles, 23 de abril de 2014

Magnesia

Esta es la historia de cómo un pueblo fértil y próspero y que en su momento se encontró a la cabeza del mundo, pasó a convertirse en un pueblo eternamente maldito. Dicen que lo difícil en esto de los dominios no es llegar a la cabeza, sino mantenerse en ella, y eso es lo que le sucedió al territorio conocido como Magnesia.

En la actualidad Magnesia es un territorio servil a las órdenes de sus territorios vecinos que ostentan una posición dominante que ya alcanza el orden de los siglos. En estas tierras ya no quedan apenas vestigios y recuerdos de lo que en el pasado fue, de hecho, poca gente conoce la historia de su propio país, la incultura, el oscurantismo y la religión campa a sus anchas en este territorio atrasado y bárbaro. Nadie que no conozca su historia previamente podría tan siquiera intuir que Magnesia en el pasado fue la mayor potencia conocida sobre la faz de la Tierra.

Sus habitantes, más que personas, individuos, no presentan la menor distinción moral o racional, esta es la única forma en que puede explicarse que a diario se maten entre sí, en lo que podrían clasificarse como dos facciones dentro de un mismo territorio. El robo del rico, el hambre del pobre, los trabajos infrahumanos son lo normal por aquestas tierras, y como tal se toman.

Sin embargo, la situación actual de Magnesia en gran medida no puede achacarse a ningún mandatario, acontecimiento o hecho reciente, no. Todas estas calamidades vienen de largo, y el veneno ya lleva siglos corriendo por las venas de sus habitantes de forma que es prácticamente imposible librarse de él. Los nuevos que vienen a este mundo en los territorios históricos de Magnesia lo hacen con el veneno incorporado en su ser, ni en su infancia se libran. El resultado es que el veneno se ha enquistado y convertido en algo innato y no adquirido.

Cuando Magnesia se alzó con el cetro de Reino del Mundo fue precisamente cuando su decadencia dio comienzo, reinaba por entonces un tal Flameo. Creyó este que el poder de Magnesia era imperecedero y dejo de evolucionar, de avanzar y mejorar y fue este justo momento en el que este prospero pueblo cayó en desgracia. El rey Flameo así como sus sucesivos sucesores despilfarraban cual manirrotos la riqueza acumulada por sus ancestros durante años y que tanto sudor y la más de las veces sangre había costado a los habitantes de tal tierra. Pero aquellos reyes no tuvieron a bien revertir las ganancias logradas por su pueblo en los habitantes del mismo como sí hicieron sus vecinos territorios y en cierta forma competidores, en su lugar decidieron emplearlo para su ensalzamiento y lujo personal. La quiebra económica a que aquellos reyes condujeron aún hoy en día se ve en Magnesia, tan solo hace falta andar por sus calles para verlo y sentirlo, como un fétido olor que penetrase hasta lo más hondo del ser.

Posteriormente, el rey llamado Filisteo decidió sumir a Magnesia en el más profundo oscurantismo dando un gran poder a la religión ladea mayoritaria por aquellos tiempos en la región. Esta religión tuvo el privilegio de fijar leyes y tribunales, de forma que viendo su gran poder, buscó su propio beneficio olvidando toda la posible doctrina moral que ella misma predicaba, o al menos la dejo en un segundo o tercer plano. De esta guisa es como lograron fijar la norma de que toda persona e incluso animal en Magnesia debía ser ladeo, quien osase desacatar esta ley supuestamente divina pagaría su hereje falta con la vida. Bajo este ambiente y dadas las graves carencias económicas, los ciudadanos de Magnesia no dudaron un instante en denunciarse por herejía unos a otros a los tribunales ladeos. Las más de las veces dicha falta era inventada o imposible de probar, y tras de sí se ocultaban a menudo envidias personales, hurtos o incluso infidelidades. También se denunciaba debido a la recompensa con la que el tribunal premiaba a todo aquel que denunciase a los infieles. En este instante una losa cayó sobre Magnesia y sus habitantes, la losa de la envidia. Los magnesios se convirtieron en personas envidiosas que en ningún caso podían soportar, y mucho menos permitir, que al prójimo le fuese mejor que a uno mismo. Además, se convirtió en un pueblo manchado de sangre, la sangre de sus propios vecinos. La falta de moral y la envidia fueron detonantes del robo, robos llevados a cabo por aquellos que no lo necesitan y por tanto injustificables.

La gota que colmó el vaso no fue otra que la de la incultura. Hubo un momento en su historia en que sus mandatarios pudieron escoger entre la cultura, la innovación y la técnica para su pueblo, o la religión más conservadora, los métodos tradicionales y la tontuna. Y claro, como no podía ser de otra forma en este yermo territorio se continuó con la increíble racha de aciertos transitando el segundo de los caminos, evidentemente, el que más beneficiaba a la clase mandataria. Sin embargo, los territorios vecinos cuando tuvieron la oportunidad no obraron de igual forma, por el contrario y por diferentes causas adoptaron la ilustración, lo que les permitió crecer intelectualmente, mejorar su técnica y por tanto hacer avances que mejoraron su vida exponencialmente con el paso de los años.

En cambio, en Magnesia el veneno ya estaba fabricado y se servía a grandes dosis a los que por desgracia iban a nacer en aquella tierra oscura y maldita. Este es un veneno no tangible, fabricado a base de envidia, oscurantismo, una posición dominante de la religión en la toma de decisiones y una dosis de incultura aceptada. Cóctel este que como los buenos vinos mejora con el paso del tiempo hasta el punto de no existir antídoto. Así, sobre Magnesia se cierne una oscura nube que marca la maldición de un pueblo que se auto-asesina, en el que la barbarie y la destrucción son norma y el raciocinio y cultura la excepción y por ello son perseguidos.

lunes, 21 de abril de 2014

Vocabulario: adefesio

Hoy traigo una nueva palabra, si bien no puede englobarse dentro del conjunto de las poco frecuentes sí que es digna de esta sección por su curiosa etimología. El término me es familiar, como a casi todo el mundo supongo, desde hace tiempo, sin embargo desconocía su procedencia hasta que un amigo no me expuso lo anecdótico de la cuestión.

El Diccionario de la Real Academia Española recoge tres acepciones para la palabra que entre manos nos traemos, todas ellas de uso coloquial, todo hay que decirlo. La primera de ellas es “despropósito, disparate, extravagancia”. La siguiente es “traje, prenda de vestir o adorno ridículo y extravagante”. Y por último se presenta un significado que en cierta forma engloba al anterior y es “persona o cosa ridícula, extravagante o muy fea”. Ciertamente, adefesio, palabra a la cual nos estamos refiriendo, tiene un mayor uso en la expresión oral del español que en la escrita, al menos en lo referente a los textos que en mi caso leo.

Pues bien, vamos a meternos ya en el meollo de la cuestión que es la etimología de la palabra “adefesio”. Según lo que mi amigo me contó y como he podido comprobar en el DRAE, “adefesio” procede del latín ad Ephesĭos, que significa a los efesios. Este es, si alguno está puesto en temas bíblicos y demás parafernalia, el título de una de las epístolas de San Pablo, en la que se alude a las penurias que pasó predicando en la isla de Éfeso. Y nada, de ahí viene la palabra que hoy en día empleamos, de las estrecheces que aquel hombre pasó difundiendo la palabra divina en tierras extranjeras.

Ahí queda, “adefesio” para todos ustedes, guárdenla, difúndanla, disfrútenla y con quien o con lo que lo merezca por cumplir con la definición, empléenla.

sábado, 19 de abril de 2014

"Podemos recordarlo por usted al por mayor" de Philip K. Dick

En esta ocasión he viajado de la mano de Philip K. Dick a un mundo lejano, en el espacio y el tiempo, a un mundo futuro en el que la realidad y los recuerdos no son lo que parecen. Imagine por un momento que los recuerdos pueden ser borrados, o implantados a gusto del consumidor. ¿Ha tenido una mala experiencia, pero chunga chunga, de estas con las que uno no puede seguir viviendo?, pues no pasa nada, va a la empresa de turno le hacen un lavadito de cerebro y fuera el angustioso recuerdo. Mejor aún, siempre ha querido ir a la Luna, pero claro a la Luna ya no va nadie o es posible que si en el futuro se va sea muy costoso y la mayoría de la gente no pueda ir. Pues en este caso vuelves a la susodicha empresa, les dices que quieres ese recuerdo y ellos mediante una sencilla metodología te lo meten en la cocorota y arreando. Además, ya si nos ponemos exquisitos, te pueden dar un conjunto de objetos de la Luna y por tu parte, siempre creerás que has estado en la Luna.

Philip K. Dick
¿A qué la idea parece que está muy bien? Pues en principio sí, el problema viene cuando todo esto se emplea contra un tercero, ahí la cosa se comienza a complicar. Ciertamente, si a una persona le comienzas a remover todo lo que en su mente alberga, y además le borras cosas y le metes otras nuevas pues el resultado puede ser una locura de mucho cuidado o una vida que no es vida, o vaya usted a saber.

Las cuestiones en torno a los recuerdos, cómo recordamos y la que podemos liar si nos ponemos a modificar nuestra existencia es el muro de carga de “Podemos recordarlo por usted al por mayor” un relato corto datado en 1966 del maestro Philip K. Dick. De manera brillante el autor nos introduce en una realidad ajena, en una vivencia erosionada por los recuerdos y los más profundos deseos, de los que no se puede escapar. Se plantea la vida como un ente enigmático, no solo en su proyección hacia el futuro sino también hacia el pasado, en una suerte de Memento.

Técnicamente el cuento tiene una buena cadencia de acontecimientos que hacen que el lector no pueda cesar en su lectura. Sin embargo, y como en ocasiones sucede con los relatos y novelas de ciencia ficción, los comienzos son un tanto complicados pues se fijan en realidades ajenas a la nuestra, en las cuales los objetos, comportamientos, etc., no son los que rigen en nuestra vida cotidiana. Además, Philip K.Dick se guarda algo para el final, un gran giro, cuando uno piensa que el relato ya ha proporcionado al lector todo lo que podía ofrecer. Es impresionante, y a mí particularmente me deja atónito, la imaginación y capacidad creativa que muchos de los autores de ciencia ficción, por no decir todos, tienen.

Por último, para mí un indicativo de que un relato, cuento o novela es bueno o muy bueno es que una vez finalizado despierte la imaginación del lector y haga aflorar en él preguntas, las cuales unas veces tendrán respuesta y otras veces pues no la tendrán. Y en este caso, “Podemos recordarlo por usted al por mayor” suscita un gran número de preguntas: ¿cómo recordamos?, ¿es posible auto-construirnos recuerdos de vivencias y experiencias que realmente no hemos vivido, de forma que lleguemos a creérnoslas?, ¿cómo se disuelven los recuerdos antiguos en el mar de recuerdos de una vida?. Y la más importante, ¿llegará el día en el que inventen una máquina, artefacto o metodología que borre de nuestra memoria un determinado recuerdo, o sea capaz de implantar uno nuevo?