En esta ocasión he viajado de la
mano de Philip K. Dick a un mundo lejano, en el espacio y el tiempo, a un mundo
futuro en el que la realidad y los recuerdos no son lo que parecen. Imagine por
un momento que los recuerdos pueden ser borrados, o implantados a gusto del
consumidor. ¿Ha tenido una mala experiencia, pero chunga chunga, de estas con
las que uno no puede seguir viviendo?, pues no pasa nada, va a la empresa de
turno le hacen un lavadito de cerebro y fuera el angustioso recuerdo. Mejor
aún, siempre ha querido ir a la Luna, pero claro a la Luna ya no va nadie o es
posible que si en el futuro se va sea muy costoso y la mayoría de la gente no
pueda ir. Pues en este caso vuelves a la susodicha empresa, les dices que
quieres ese recuerdo y ellos mediante una sencilla metodología te lo meten en
la cocorota y arreando. Además, ya si nos ponemos exquisitos, te pueden dar un
conjunto de objetos de la Luna y por tu parte, siempre creerás que has estado
en la Luna.
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Philip K. Dick |
¿A qué la idea parece que está
muy bien? Pues en principio sí, el problema viene cuando todo esto se emplea
contra un tercero, ahí la cosa se comienza a complicar. Ciertamente, si a una
persona le comienzas a remover todo lo que en su mente alberga, y además le
borras cosas y le metes otras nuevas pues el resultado puede ser una locura de
mucho cuidado o una vida que no es vida, o vaya usted a saber.
Las cuestiones en torno a los
recuerdos, cómo recordamos y la que podemos liar si nos ponemos a modificar
nuestra existencia es el muro de carga de “Podemos recordarlo por usted al por
mayor” un relato corto datado en 1966 del maestro Philip K. Dick. De manera
brillante el autor nos introduce en una realidad ajena, en una vivencia
erosionada por los recuerdos y los más profundos deseos, de los que no se puede
escapar. Se plantea la vida como un ente enigmático, no solo en su proyección
hacia el futuro sino también hacia el pasado, en una suerte de Memento.
Técnicamente el cuento tiene una
buena cadencia de acontecimientos que hacen que el lector no pueda cesar en su
lectura. Sin embargo, y como en ocasiones sucede con los relatos y novelas de
ciencia ficción, los comienzos son un tanto complicados pues se fijan en
realidades ajenas a la nuestra, en las cuales los objetos, comportamientos,
etc., no son los que rigen en nuestra vida cotidiana. Además, Philip K.Dick se
guarda algo para el final, un gran giro, cuando uno piensa que el relato ya ha
proporcionado al lector todo lo que podía ofrecer. Es impresionante, y a mí
particularmente me deja atónito, la imaginación y capacidad creativa que muchos
de los autores de ciencia ficción, por no decir todos, tienen.
Por último, para mí un indicativo
de que un relato, cuento o novela es bueno o muy bueno es que una vez
finalizado despierte la imaginación del lector y haga aflorar en él preguntas,
las cuales unas veces tendrán respuesta y otras veces pues no la tendrán. Y en
este caso, “Podemos recordarlo por usted al por mayor” suscita un gran número
de preguntas: ¿cómo recordamos?, ¿es posible auto-construirnos recuerdos de
vivencias y experiencias que realmente no hemos vivido, de forma que lleguemos
a creérnoslas?, ¿cómo se disuelven los recuerdos antiguos en el mar de
recuerdos de una vida?. Y la más importante, ¿llegará el día en el que inventen
una máquina, artefacto o metodología que borre de nuestra memoria un
determinado recuerdo, o sea capaz de implantar uno nuevo?
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