miércoles, 23 de abril de 2014

Magnesia

Esta es la historia de cómo un pueblo fértil y próspero y que en su momento se encontró a la cabeza del mundo, pasó a convertirse en un pueblo eternamente maldito. Dicen que lo difícil en esto de los dominios no es llegar a la cabeza, sino mantenerse en ella, y eso es lo que le sucedió al territorio conocido como Magnesia.

En la actualidad Magnesia es un territorio servil a las órdenes de sus territorios vecinos que ostentan una posición dominante que ya alcanza el orden de los siglos. En estas tierras ya no quedan apenas vestigios y recuerdos de lo que en el pasado fue, de hecho, poca gente conoce la historia de su propio país, la incultura, el oscurantismo y la religión campa a sus anchas en este territorio atrasado y bárbaro. Nadie que no conozca su historia previamente podría tan siquiera intuir que Magnesia en el pasado fue la mayor potencia conocida sobre la faz de la Tierra.

Sus habitantes, más que personas, individuos, no presentan la menor distinción moral o racional, esta es la única forma en que puede explicarse que a diario se maten entre sí, en lo que podrían clasificarse como dos facciones dentro de un mismo territorio. El robo del rico, el hambre del pobre, los trabajos infrahumanos son lo normal por aquestas tierras, y como tal se toman.

Sin embargo, la situación actual de Magnesia en gran medida no puede achacarse a ningún mandatario, acontecimiento o hecho reciente, no. Todas estas calamidades vienen de largo, y el veneno ya lleva siglos corriendo por las venas de sus habitantes de forma que es prácticamente imposible librarse de él. Los nuevos que vienen a este mundo en los territorios históricos de Magnesia lo hacen con el veneno incorporado en su ser, ni en su infancia se libran. El resultado es que el veneno se ha enquistado y convertido en algo innato y no adquirido.

Cuando Magnesia se alzó con el cetro de Reino del Mundo fue precisamente cuando su decadencia dio comienzo, reinaba por entonces un tal Flameo. Creyó este que el poder de Magnesia era imperecedero y dejo de evolucionar, de avanzar y mejorar y fue este justo momento en el que este prospero pueblo cayó en desgracia. El rey Flameo así como sus sucesivos sucesores despilfarraban cual manirrotos la riqueza acumulada por sus ancestros durante años y que tanto sudor y la más de las veces sangre había costado a los habitantes de tal tierra. Pero aquellos reyes no tuvieron a bien revertir las ganancias logradas por su pueblo en los habitantes del mismo como sí hicieron sus vecinos territorios y en cierta forma competidores, en su lugar decidieron emplearlo para su ensalzamiento y lujo personal. La quiebra económica a que aquellos reyes condujeron aún hoy en día se ve en Magnesia, tan solo hace falta andar por sus calles para verlo y sentirlo, como un fétido olor que penetrase hasta lo más hondo del ser.

Posteriormente, el rey llamado Filisteo decidió sumir a Magnesia en el más profundo oscurantismo dando un gran poder a la religión ladea mayoritaria por aquellos tiempos en la región. Esta religión tuvo el privilegio de fijar leyes y tribunales, de forma que viendo su gran poder, buscó su propio beneficio olvidando toda la posible doctrina moral que ella misma predicaba, o al menos la dejo en un segundo o tercer plano. De esta guisa es como lograron fijar la norma de que toda persona e incluso animal en Magnesia debía ser ladeo, quien osase desacatar esta ley supuestamente divina pagaría su hereje falta con la vida. Bajo este ambiente y dadas las graves carencias económicas, los ciudadanos de Magnesia no dudaron un instante en denunciarse por herejía unos a otros a los tribunales ladeos. Las más de las veces dicha falta era inventada o imposible de probar, y tras de sí se ocultaban a menudo envidias personales, hurtos o incluso infidelidades. También se denunciaba debido a la recompensa con la que el tribunal premiaba a todo aquel que denunciase a los infieles. En este instante una losa cayó sobre Magnesia y sus habitantes, la losa de la envidia. Los magnesios se convirtieron en personas envidiosas que en ningún caso podían soportar, y mucho menos permitir, que al prójimo le fuese mejor que a uno mismo. Además, se convirtió en un pueblo manchado de sangre, la sangre de sus propios vecinos. La falta de moral y la envidia fueron detonantes del robo, robos llevados a cabo por aquellos que no lo necesitan y por tanto injustificables.

La gota que colmó el vaso no fue otra que la de la incultura. Hubo un momento en su historia en que sus mandatarios pudieron escoger entre la cultura, la innovación y la técnica para su pueblo, o la religión más conservadora, los métodos tradicionales y la tontuna. Y claro, como no podía ser de otra forma en este yermo territorio se continuó con la increíble racha de aciertos transitando el segundo de los caminos, evidentemente, el que más beneficiaba a la clase mandataria. Sin embargo, los territorios vecinos cuando tuvieron la oportunidad no obraron de igual forma, por el contrario y por diferentes causas adoptaron la ilustración, lo que les permitió crecer intelectualmente, mejorar su técnica y por tanto hacer avances que mejoraron su vida exponencialmente con el paso de los años.

En cambio, en Magnesia el veneno ya estaba fabricado y se servía a grandes dosis a los que por desgracia iban a nacer en aquella tierra oscura y maldita. Este es un veneno no tangible, fabricado a base de envidia, oscurantismo, una posición dominante de la religión en la toma de decisiones y una dosis de incultura aceptada. Cóctel este que como los buenos vinos mejora con el paso del tiempo hasta el punto de no existir antídoto. Así, sobre Magnesia se cierne una oscura nube que marca la maldición de un pueblo que se auto-asesina, en el que la barbarie y la destrucción son norma y el raciocinio y cultura la excepción y por ello son perseguidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario