Hoy traigo una nueva palabra, si
bien no puede englobarse dentro del conjunto de las poco frecuentes sí que es
digna de esta sección por su curiosa etimología. El término me es familiar,
como a casi todo el mundo supongo, desde hace tiempo, sin embargo desconocía su
procedencia hasta que un amigo no me expuso lo anecdótico de la cuestión.
El Diccionario de la Real
Academia Española recoge tres acepciones para la palabra que entre manos nos
traemos, todas ellas de uso coloquial, todo hay que decirlo. La primera de
ellas es “despropósito, disparate,
extravagancia”. La siguiente es “traje,
prenda de vestir o adorno ridículo y extravagante”. Y por último se
presenta un significado que en cierta forma engloba al anterior y es “persona o cosa ridícula, extravagante o muy
fea”. Ciertamente, adefesio, palabra a la cual nos estamos refiriendo,
tiene un mayor uso en la expresión oral del español que en la escrita, al menos
en lo referente a los textos que en mi caso leo.
Pues bien, vamos a meternos ya en
el meollo de la cuestión que es la etimología de la palabra “adefesio”. Según
lo que mi amigo me contó y como he podido comprobar en el DRAE, “adefesio”
procede del latín ad
Ephesĭos, que
significa a los efesios. Este es, si alguno está puesto en temas bíblicos y
demás parafernalia, el título de una de las epístolas de San Pablo, en la que
se alude a las penurias que pasó predicando en la isla de Éfeso. Y nada, de ahí
viene la palabra que hoy en día empleamos, de las estrecheces que aquel hombre pasó
difundiendo la palabra divina en tierras extranjeras.
Ahí
queda, “adefesio” para todos ustedes, guárdenla, difúndanla, disfrútenla y con
quien o con lo que lo merezca por cumplir con la definición, empléenla.
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