Howard Phillips Lovecraft, H.PLovecraft para los amigos, es un autor que sabía que existía desde hace tiempo,
pero nunca había tenido entre mis manos a ninguno de sus retoños. Sin embargo,
este desequilibrio en La Fuerza ha sido solventado recientemente gracias a uno
de mis nuevos compañeros de piso que me ha recordado que Lovecraft merece ser
leído. Y desde aquí lo digo, no es que merezca sino que debe ser leído.
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Howard Phillips Lovecraft |
Hasta el momento he degustado
tres de sus relatos, a saber “Arthur Jermyn”, “Azathoth” y “Celefais” los
cuales en mí opinión son tres cuentos excepcionales en los que Lovecraft hace
gala de una imaginación desbordante. Es sin duda sorprendente como con relatos
cortos, como lo son estos tres, el señor Lovecraft es capaz de transportarnos a
mundos y realidades tan ajenas y distantes. Por ello tiene pinta de que la
alteración en La Fuerza va a permanecer, pero en este caso con factor positivo,
esto es, que voy a seguir leyendo sus relatos hasta que me canse.
Dicho a las claras, este hombre
tenía en la cabeza un embrollo de muy padre señor mío, sino no puede explicarse
que fuese capaz de desarrollar las ideas que en su obra se plasman. Además,
presenta una forma de escribir sencilla y cercana que te envuelve sin que te
des cuenta en un torbellino de fantasía, ciencia ficción y terror del que no es
sencillo emerger una vez se ha finalizado la lectura. Y como sabéis, la
capacidad de que una lectura te cautive más allá del propio instante en que se
lee es un gran valor añadido para cualquier obra.
Pero bueno, vayamos al lío a ver
de qué tratan los tres relatillos en cuestión. El primero que leí fue “Arthur
Jermyn”, publicado originalmente con el título de “Hechos tocantes al difunto
Arthur Jermyn y su familia” en junio de 1921 en la revista The Wolverine. En él
se trata el tema de la culpa atávica, esto es que los descendientes directos
por línea de sangre no pueden liberarse de los crímenes cometidos por sus
antepasados si estos son lo suficientemente horrendos. Y el que en este relato
se describe es lo suficientemente atroz, creedme. Arthur Jermyn es el
tataranieto de sir Wade Jermyn quien fue explorador en el Congo y que se
encontraba obsesionado con una civilización prehistórica de individuos blancos
en aquel territorio, sin embargo esta convicción acabó por conducirle al manicomio.
Durante su vida se había casado, según él, con la hija de un mercader
portugués, pero a esta nunca nadie la vio y acabó muriendo en África pues
siempre acompañaba a su marido en los viajes. Este es hasta el momento el
relato más perturbador de los tres que me he leído, y clara señal de que
empezaba por buen camino a leer a Lovecraft.
El más corto de los tres cuentos
es el de “Azathoth” en el cual H.P Lovecraft presenta una gran preocupación por
el modo de vida, la pérdida de la ensoñación y la imaginación así como del
disfrute de la belleza en el mundo desarrollado dominado por la ciencia. Pone
por ello de relieve la necesidad de mantener los sueños y fantasías así como la
capacidad de imaginación aún en la vida adulta.
Resta tan solo “Celefais” o
“Celephaïs” cuento escrito en 1920 pero publicado dos años más tarde en
Rainbow. En este cuento el autor vuelve a hacer referencia al mundo onírico y a
la desconexión que proporciona del incesante y bullicioso mundo físico. Es un
relato lleno de magia en el que se vislumbra el agobio y tormento que pueden
producir el mundo tangible y presenta a los sueños como escapatoria del mismo
recurriendo a la imaginación y ensoñación de cuando se es un crío.
Las fantasías de H.P Lovecraft me
atraen cual fuerza irresistible por lo que supongo que en un futuro pasarán por
este blog más de sus relatos. Y si me aceptáis un consejo, leed alguno de sus
relatos, hasta donde sé, son excelentes.
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