viernes, 31 de enero de 2014

"El francotirador paciente" de Arturo Pérez-Reverte. ¿Qué es el arte?

“Solo eres joven en la víspera de la batalla, luego ganes o pierdas has envejecido”

Portada de "El francotirador paciente"
Un mundo desconocido, en ocasiones peligroso y feroz se presenta ante los ojos del lector en la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, “El francotirador paciente”. Un universo con olor a pintura y adrenalina, con sus ideales y sus reglas, con sus rencores y sus odios, con sus guerras de guerrillas. Un universo cargado de creatividad en una lucha constante por el respeto y el reconocimiento. Esta realidad no es otra que la del grafiti, la de los escritores de pared, la de los tags multicolor. Pero antes de ponerme a hilar y descoser esta nueva obra de Pérez-Reverte, convendremos, el eventual lector y yo, que lo mejor será ponernos en situación y ver de forma más concreta que acontece en la novela.

Alejandra Varela es una especialista en arte urbano a quien una conocida editorial le encarga encontrar y hacerle llegar una suculenta oferta al escurridizo y reconocido artista del grafiti, Sniper. ¿Quién es Sniper?, ¿dónde se encuentra? Nadie sabe y quien sabe calla. A Sniper solo se le conoce por su obra y por impulsar arriesgadas acciones callejeras, con los riesgos que estas suponen. ¿Por qué hace lo que hace? ¿Qué busca con ello? ¿Por qué no da la cara pudiendo ganar cantidades ingentes de dinero? La búsqueda de Sniper y las respuestas en torno a él conducen a Alejandra por las ciudades de Madrid, Lisboa, Verona y Nápoles.

Metiéndonos ya en materia, a nivel narrativo la novela me ha resultado un tanto decepcionante para lo que puede esperarse de un gran escritor como Arturo Pérez-Reverte. Sin embargo, como expondré después la temática tratada y las cuestiones planteadas han despertado mi interés sobremanera. La historia está contada de forma cronológica y lineal, de manera que durante la lectura parece avocada a un giro final, como así sucede, pues sin él la trama, aparte de aburrida, carecería de todo sentido. Es Alejandra Varela, en primera persona, la narradora, esto tiene sus pros y sus contras. Por un lado permite una mayor inmersión en los diálogos, pues permite conocer lo que el protagonista piensa, así como una mejor identificación con el personaje. Pero esta narración en primera persona esconde una “trampa” relacionado con el golpe final, sin duda lo mejor de la novela. Siendo esta “artimaña” en gran medida la culpable del disgusto en cuanto a narración se refiere, aunque tal y como está construida la historia es totalmente imprescindible para que la misma pueda cerrarse con un mínimo de tensión. Me quedo con la sensación de que en este aspecto podría haberse esperado más de Reverte.
Arturo Pérez-Reverte

Tampoco me acaba de convencer como está estructurada la novela, haciendo corresponder cada capítulo con una entrevista en una localización relevante, es un mecanismo muy simple de narración mostrando como resultado una historia “teatralizable”. Además, una vez finalizado el libro da la impresión de que muchos de los encuentros no enfocan a la trama sino que únicamente permiten conocer de forma más amplia el mundo del grafiti. A título personal las entrevistas me parecen interesantes por la información que proporcionan en torno al ámbito del arte callejero, pues permiten ver como piensa la gente que está involucrada en él, cuales son sus reglas, sus ideales, sus modos de actuar, etc. Pero narrativamente hablando muchas de ellas sobran.

Pero no deja de ser un libro escrito por Arturo Pérez-Reverte, y como tal en él aparece su más conocido arquetipo en la figura de Alejandra Varela. Una especie de Diego Alatriste, amargada, sin nada que perder y con la perpetua impresión de que el mejor tiempo ya pasó. Además, y como no podía ser de otra manera, se nos presentan descripciones cuidadosas y bellas así como diálogos creíbles y bien estructurados dignos de la talla de uno de los grandes escritores españoles actuales.

Y llegamos a la parte de la temática y las preguntas que la novela nos deja, para que las rumiemos, para que las maceremos y tratemos de obtener nuestras propias conclusiones. Es posible que a nivel narrativo la novela no sea una obra de arte, pero si es capaz de plantear en el lector preguntas, si logra que este se pare a pensar en tal o cual visión del asunto, ni mucho menos podrá decirse que el libro ha sido pobre o malo. En “El francotirador paciente” Arturo Pérez-Reverte juega con la idea de arte, ¿qué es arte actualmente? ¿Es este un mero producto mercantil como puede serlo cualquier otro objeto? ¿Quién determina si una obra es buena o mala? ¿Cuáles son los límites del arte? También plantea otras preguntas de carácter más tangible, ¿son los grafiteros vándalos? ¿Se puede considerar el grafiti arte? A muchas de estas preguntas el autor no proporciona una respuesta clara y meridiana, aunque evidentemente si que les da un enfoque desde tal o cual personaje. Varias de las preguntas plateadas sobre el mundo del arte son también extrapolables al de la literatura como por ejemplo: ¿quién determina si un libro es bueno o es malo? ¿Cómo sabe un autor si su novela es realmente buena?, pues en muchos casos las ventas están adulteradas por la publicidad de las editoriales y los críticos.

Parece ser que a Pérez-Reverte le gusta especialmente Italia para ambientar sus novelas, o que ya que fue por allí decidió documentarse para varias que tenía en potencia pues sus tres últimos libros tocan el país de la bota “El puente de los asesinos”, “El tango de la guardia vieja” y esta última “El francotirador paciente”.

Para concluir, me gustaría mencionar el palito que por parte del autor le cae a las novelas de Federico Moccia así como la mención que recibe el gran amigo de Pérez-Reverte, el pintor Ferrer-Dalmau.

Título: El francotirador paciente
Autor: Arturo Pérez-Reverte
Editorial: Alfaguara
Descripción: Rústica 312 páginas
Precio: 19,50 euros
ISBN: 978-84-204-1649-6

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